El Contrato Francés. Proyecto de novela

Capitulo uno. Desde mi ventana.

Desde mi ventana, siempre abierta, miraba impasiblemente como las siluetas de las personas que caminaban calle abajo dibujaban curiosas formas en el pavimento húmedo de lluvia, al mezclarse con los colores del neón de las publicidades y las luces de los coches que circulaban cada vez mas rápido mientras caía la noche.

La obscuridad tenía ese circadiano efecto en los seres humanos, especialmente en estos que volvían a sus hogares luego de un día laboral, la urgencia del diario reposo. Para mi, no muy apegado a estructuras ni horarios, era un momento muy esperado para entregarme a mis pensamientos y reflexiones. 

La revisión del día y ordenar la agenda de mañana se habían transformado en una práctica de rutina. También era el momento de escabullirme en mi intimidad y soñar con los ojos abiertos. Este orden interior cotidiano, me permitía mantener cierta sanidad mental en la vorágine en que se había transformado mi vida en los últimos meses. 

Mi traslado, por razones laborales, al sur de Francia fue bastante inesperado. La muerte en un extraño accidente vehicular de mi antecesor a quien no llegué a conocer, precipitó mi llegada a Niza. La cercanía de Barcelona, me convirtió en el reemplazo mas conveniente, además el estudio multicentrico español estaba ya en etapa de redacción final y mi conocimiento del idioma hicieron el resto. 

Hacía cinco años, que me había enrolado en una empresa farmacéutica internacional, Taylor Drug Tech Inc, donde organizaba y dirigía estudios clínicos que normalmente abarcaban muchos hospitales y clínicas universitarias, a veces de varios países. Estos son la etapa final previa a la comercialización de un determinado fármaco. 

Durante los primeros dos meses debí compartir mi tiempo entre ambas ciudades, finamente desde hace tres semanas terminó mi peregrinar. Fiel a mis gustos me instalé en un pequeño apartamento cerca de place Garibaldi y la Promenade des Anglais, en el sector antiguo y tradicional de la ciudad. Los inconvenientes del lugar pasaban a segundo plano al disfrutar de la vista al mar y al casco histórico de Niza. Afortunadamente mi sueldo y en particular ciertas clausulas de mi contrato, me permiten estos pequeños lujos. 

Terminé mi cena consistente en quesos y prosciutto di Parma acompañado de pan y una copa de vino. Ya tendría tiempo de organizar mejor mis compras y alimentarme mas equilibradamente.

Sobre mi mesa de noche estaba la misteriosa nota que encontré en mi buzón esta mañana. Era de la hija del difunto doctor Webster, de cuyo trabajo me ocupo ahora. Decía que era muy importante para mi conversar con ella y me invitaba a compartir el desayuno con ella en Hotel Negresco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario